En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.
Entonces, le dice:
- ¿Qué haces Guno, tú, ciego, con una lámpara en la mano? ¡Si tú no ves!
Entonces el ciego le responde:
- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí... No sólo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella."
Cuando recordamos, cuando pasamos por el corazón, los rostros y los nombres de tantas personas que "han dado luz" a nuestro caminar a veces vacilante y cansado, no podemos menos que encender nuestra lamparita para ser luz y ayudar a otros a encontrar su camino, o al menos... iluminar un poquito su oscuridad.
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